Recuerdo también mi afán de ocultarme de la cámara que mi padre llevaba colgada al cuello en todo momento, y que a pesar de mis remolonerías siempre acababa cediendo y posando tímidamente.
Es curioso, pero siempre me he sentido cómoda delante de una cámara, y espero seguir haciéndolo durante mucho tiempo.
La verdad es que empiezo este blog algo perdida, pero lo que sí sé seguro es que me apetece compartir con vosotros mi día a día, enseñaros las cosas que me hacen sonreír, y que nos empecemos a conocer de verdad.
Llevaba bastante tiempo dándole vueltas a la idea de crear un blog, y ahora que ya se ha convertido en una realidad, os puedo asegurar que estoy muy ilusionada por llevar esto a cabo.
¡Allá vamos!
